El estallido la federación CiU no sorprendió ayer a nadie en Terrassa, donde las militancias de ambos partidos llevan años convencidas de que el divorcio político era cuestión de tiempo. Aunque con altibajos, el matrimonio entre nacionalistas y democristianos ha gozado de buena saluden la ciudad, donde el resultado de ambos en las generales de 1977 dio lugar a un protagonismo mayor de los democristianos: una plaza de cada tres en las listas locales, frente a una cuatro en las catalanas. Aunque algunos han cuestionado esa proporción, lo cierto es que el tema no ha condicionado las relaciones, ni siquiera cuando el eje soberanista se ha impuesto en el debate político. Los candidatos de UDC han firmado el documento de la ANC sobre la AMI y decidido, en plano de igualdad, la estrategia del grupo municipal de CiU. Ahora, en plena separación, romper no entra en sus planes