Xavi Salvatella (Terrassa, 1983) es el director de comunicación del RCD Espanyol. Accedió a esta responsabilidad en 2001. Licenciado en Derecho y Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política, ejerció con anterioridad como consultor de comunicación empresarial y política en Madrid. En el Espanyol lidera la transformación y modernización de los canales de comunicación oficiales, así como la gestión de la imagen de la entidad. Miembro de una familia con tradición en el deporte y la cultura de Terrassa, fue jugador de hockey en el Club Egara, llegando a ser campeón de Europa sub-16 y sub-18 con la selección española,. A las puertas de la selección sub-21 y del primer equipo, una afección cardiaca provocó su prematura retirada a los 18 años cuando jugaba en el Egara 1935.
Combinar dos de sus pasiones, periodismo y Espanyol, debe ser el escenario profesional idóneo.
Siempre me ha encantado la comunicación, y de la vocación he hecho profesión. A la vez he querido mucho los colores blanquiazules, en mi vertiente como jugador de hockey del Club Egara y mi pasión futbolística, que siempre ha sido el Espanyol. Trabajaba en Madrid en temas de comunicación política y me llegó una llamada del actual presidente, Joan Collet, que entonces era consejero delegado, diciéndome que buscaban una persona para la dirección de comunicación. No me lo pensé. Es un sueño trabajar en lo que me gusta y en el Espanyol.
¿Está disfrutando de esta etapa?
Mucho. Es un trabajo duro y exigente, pero a la vez disfrutas. Un director de comunicación en el mundo del fútbol debe ser consciente que cuando la pelota entra debe estar capacitado para que la marca se beneficie lo máximo posible. Y cuando el balón no entra, crear un escudo para que el club se resienta lo menos posible.
En el escenario en que se mueve el Espanyol, con un gigante al lado como el FC Barcelona, ¿es complicado vender la imagen de la entidad?
Lo que intentas es diferenciarte, en aquello que expresamos y en la forma de hacerlo. De ahí nace, por ejemplo, el slogan de "maravillosa minoría" que por sí solo habla de cómo quieres expresarte. Nos ha tocado convivir con un club que domina la esfera mediática y social y no resulta sencillo tener tu espacio.
¿Cuales son los valores de marca del Espanyol?
El Espanyol responde a cómo es su socio: inconformista, rebelde, tenaz, que no se rinde nunca. El club ha tenido episodios muy duros, desde tirar al suelo una casa, a irse a una de alquiler, a perder dos finales europeas en el último momento, momentos económicos complicados… Pese a ello, siempre nos hemos levantado, sin rendirnos nunca. La fuerza del Espanyol radica en el sentimiento de su gente, de los que han elegido ser del Espanyol pudiendo haber optado por otro club acostumbrado a ganar regularmente. Vivimos un momento en que se cuestiona todo y a todos los niveles de la vida. Y eso nos abre unas expectativas enormes porque la gente también se puede preguntar si esa forma de ser se aproxima a ser del Espanyol.
La realidad del club es algo compleja. Se observa una situación económica complicada que contrasta con un magnífico estadio y una cantera al mejor nivel.
Nosotros en las oficinas tenemos una frase recurrente que es que el Espanyol sólo puede crecer. Está en una ciudad que es referencia mundial, tiene un estadio nuevo que rinde a nivel económico y social, y su proyecto deportivo crece cada año. Estamos en un escenario de complejidades económicas, pero la realidad nos conduce a un futuro mejor.
¿Y qué existe entre Terrassa y el Espanyol?
Es algo fantástico. Como terrassense que quiere a su ciudad con toda el alma, supone un orgullo enorme. Son historias unidas. El Espanyol fue el primer equipo que jugó un partido de hockey, hemos compartido jugadores de la talla de Bío, muchos terrassenses son historia del Espanyol como Argilés o Parra… Mi abuelo, Josep Salvatella, que fue quien nos inculcó el sentimiento perico, cuando nos veía marchar con mi padre y mi tío los domingos al estadio siempre nos explicaba que en su época ellos bajaban a Barcelona en el mismo tren con los jugadores de Terrassa de aquella época. Y no me puedo olvidar tampoco del buen trabajo de promoción que hace la Penya Blanc i Blava de la ciudad.