Cuatro frescos del artista catalano-uruguayo Joaquim Torres-García se exponen desde esta semana en el techo del vestíbulo del Centre Cultural, poniendo así a disposición de la ciudadanía el disfrute de estas obras consideradas como algunas de las piezas más valiosas del Fondo de Arte de la Fundació Antiga Caixa Terrassa.
Se trata de cuatro pinturas de dos metros de alto y tres metros de ancho, inspiradas en escenas helenistas clásicas e influidas por el estilo del pintor simbolista francés Pierre Puvis de Chavanne (autor, entre otros, de los frescos del Panteón de París), por cuya obra profesaba una gran admiración.
Los frescos los pintó en 1914, imbuido por el Noucentisme, para decorar el tragaluz de la casa de Mon Repòs de Terrassa, que hizo construir en el antiguo olivar de Can Colomer. “Los frescos están pintados con óxidos de diferentes colores sobre un lecho de cal fresca y sin sinopsias, ni reservas, de una sola vez”, se explica. Esto significa que el artista dispuso de apenas dos horas para elaborar cada obra, ya que la cal no absorbe el color una vez deja de estar fresca. Esto le otorga unas características especiales, tal como explicó el experto en la obra de Torres-García, Eduard Vives (exdirector del Centre Cultural) durante la presentación de esta instalación.
“No son unas pinturas, sino una obra de arte singular”, subrayó Vives, quien además recordó el proceso de adquisición de las obras por parte de la antigua Caixa Terrassa, en 1993, que coordinó él mismo. Esta compra estuvo acompañada por la restauración y posterior instalación de los frescos.
Torres-García diseñó en Mon Repòs un espacio de luces en el centro de la casa, que previó desde un primer momento que podía decorar con pintura mural. Para elaborar el trabajo utilizó “un sistema de colores resistentes al agua y al viento”, por lo que optó por “pinturas pálidas, ocres o blancos que no eran exactamente pintura, sino óxidos.”
Al tener un tiempo limitado para pintar se entretuvo más en las figuras, por lo que “las pinceladas son fuertes y rápidas”, para que el fresco estuviera listo antes que la cal se secara.
Los frescos se enmarcan en pleno período noucentista, de influencia clásica, no tienen título pero sí se conjetura que simbolizan “aspectos del hombre, de la persona.” En las escenas está muy presente la reivindicación de la mediterraneidad que defendía el noucentisme, y Vives aún va más allá diciendo que además anticipa el cubismo de Torres-García por la forma minimalista en la que están dibujadas las figuras. No hay que olvidar que tras su paso por Terrassa (estuvo viviendo en la ciudad hasta 1917) el pintor abrazó las vanguardias.
Tras su adquisición y retirada de los murales por parte de la antigua Caixa de Terrassa, los frescos y las leyendas latinas que les acompañaban (situadas bajo los murales) han gozado de bastante difusión, habiéndose expuesto en el Museu d’Art Modern de Catalunya (MNAC), en la salas del centre Cultural, en el Museu Picasso de Barcelona, en el vestíbulo de la nueva sede de Caixa Terrassa, hasta su instalación definitiva en el vestíbulo del Cultural, donde han sido ubicadas siguiendo la forma del lucernal.
Domènec Ferran, director del Museu de Terrassa y también presente en el acto, añadió más datos recordando algunos de los detalles de la relación de Torres-García con Terrassa. De este modo, subrayó que entre 1910 y 1919 el pintor estuvo protegido por Emili Badiella i Ribas (industrial egarense que fue también protector de artistas como el poeta Salvat-Papasseit.) También recordó que la carrera de Torres-García estuvo asociada a la vertiente pedagógica, con su participación como profesor en la escuela Mont d’Or (a la que acudían alumnos pertenecientes a las clases populares.) Asimismo subrayó su pertenencia al Gremi d’Artistes que estuvo en activo en Terrassa entre 1914 y 1917, si bien a Torres-García le costó asistir a las reuniones del gremio. Dos de sus tres hijos nacieron en Bon Repòs, donde además de los murales del tragaluz había también otras obras. Una acuarela de la casa será este año cedida al MOMA de Nueva York.
La instalación de los frescos responde a la voluntad de la Fundació Antiga Caixa Terrassa, desde hace dos años, de convertir al Cultural “en un referente para todos, que la ciudad esté orgullosa” de este espacio. Así lo subrayó Ignasi Cusidó, presidente de la entidad. A su lado, el concejal de Cultura Amadeu Aguado quiso recordar las palabras de Jaume Canyameres, “somos lo que somos gracias a una burguesía ilustrada.” Ha sido éste, añadió, “u-no de los condicionantes” que convirtieron a Terrassa en “la Atenas catalana”, según Eugeni d’Ors.