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Sergio Scariolo: “El entrenador debe sentir pasión”

Ha sido el técnico reelegido para guiar a la selección española de básquet en su propósito de retomar la senda de los éxitos. En su anterior etapa como seleccionador, Sergio Scariolo ya demostró con creces sus enormes cualidades. Entre el 2009 y el 2012 logró proclamarse campeón de Europa en dos ocasiones seguidas, además de cosechar el histórico subcampeonato olímpico de Londres, cayendo en aquella memorable final contra la poderosa selección estadounidense. Ahora, tras tomarse un año sabático, Scariolo se enfrenta al exigente reto de hacer renacer al combinado español en el Eurobásket que se disputa este próximo verano.

¿Cómo afronta este reto?

Con un gran sentido de responsabilidad. Tras el último año, que no ha ido como se esperaba, afrontamos la competición con la idea de recuperar credibilidad. Queremos volver a sentir la confianza y el cariño de los aficionados. Para ello debemos recuperar el nivel de competitividad y el primer objetivo es la clasificación para los Juegos Olímpicos.

El equipo va a tener bajas de peso.

Ya están confirmadas las ausencias de jugadores tan importantes como José Manuel Calderón y Ricky Rubio, y seguramente habrá alguna más. Son bajas que, indudablemente, se van a notar mucho.

¿Después de haber logrado dos Europeos seguidos, se siente muy presionado por volver a ganar?

En absoluto. Si me tuviera que sentir presionado, la sensación del triunfo no merecería la pena. Ganar es una experiencia extremadamente bonita, es algo que no se consigue siempre. Más que presión, siento una gran motivación.

A lo largo de su carrera no ha dejado de cosechar éxitos. ¿Cuáles son las claves?

Lo principal es el buen trabajo en equipo, empezando por el club. Yo creo que hoy en día, la calidad de los directivos es la clave absoluta a la hora de construir un proyecto y de crear las condiciones para que el equipo trabaje con el clima adecuado. Este es el problema que tienen muchos equipos españoles y europeos, ya que creo que es muy profunda la crisis de directivos actual. Hay que confiar más en el entrenador y no juzgar su trabajo por un simple resultado. La clave siempre reside en la toma de decisiones.

¿Cual ha sido su mejor etapa?

Es imposible destacar una por encima de las demás. He vivido buenos momentos en todos los equipos que he estado y en todas partes he conocido gente que me ha hecho aprender a ser mejor. A modo de ejemplo, destacaría mi primer título de club, con la Liga que logré con el Scavolini de Pesaro cuando tenía sólo 29 años. O también fue inolvidable la experiencia olímpica que tuvimos en Londes, con la medalla de plata.

Le será también difícil destacar al mejor jugador que ha dirigido.

Sí, es muy complicado. He tenido la suerte de dirigir a grandes equipos y, por lo tanto, también a grandes jugadores. Por decir uno, mencionar a “Sasha” Djordjevic, aunque nunca podría olvidarme de Pau Gasol o de Juan Carlos Navarro.

¿Cómo ve el nivel actual de la ACB?

Considero que en los últimos años ha habido una regresión. Es obvio que la crisis ha afectado menos a los dos equipos “de fútbol” y, por lo tanto, las diferencias con el resto se han visto incrementadas. Si dejamos de lado a Barça y Madrid, pienso que los demás clubs carecen de ambición. En este aspecto, ha cambiado mucho la situación en la última década. Antes había siempre un Baskonia, un Unicaja o un Joventut que confiaban en un proyecto sólido y ganaban Ligas.

¿Qué es lo que más le gusta de este deporte?

Para mí, a nivel personal, el baloncesto reúne una serie de virtudes que me fascinan. Hay un componente de atletismo, de estrategia, de técnica… Hay emoción, hay cerebro… Realmente, me cuesta ver un deporte más completo. Tiene necesidad de puntería, de fuerza, de carrera, de fondo, de explosividad, de táctica individual y colectiva. También es importante el control de los nervios y el factor psicológico. Se juega con las manos y esto implica más control y precisión. Yo creo que no hay un deporte mejor.

¿Ha practicado otros?

Sí, desde pequeño siempre me gustaron los deportes. Primero hice natación y después fútbol. Luego nos mudamos a otro barrio de Brescia, con la familia, y allí los niños jugaban a baloncesto. Estuve jugando muchos años hasta que me lesioné y me dediqué a entrenar.

¿Qué se requiere para ser un buen entrenador de básquet?

Sentir mucha pasión y amor por el juego. A parte, muchas otras cosas, pero esto es lo fundamental.

¿Le gustaría algún día entrenar en la NBA?

Sí, me gustaría mucho. De hecho, me he tomado un año sabático y durante dos meses he estado en Estados Unidos en contacto con equipos de allí. Ahora mismo, a corto plazo, quiero centrarme en la selección española pero, en un futuro a medio plazo, no lo descarto. Estoy convencido de que sería una gran experiencia personal. Sin embargo, cuando tienes una familia con hijos, debes buscar que coincidan varias condiciones antes de tomar una decisión así.

¿Conocía anteriormente la zona del ámbito de Terrassa?

Conocía Terrassa del año que jugamos contra el Manresa en un “play off” de Liga. Nos hospedamos en el Hotel Don Cándido. No me trae buenos recuerdos porqué perdimos los dos partidos. (sonríe).

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