Terrassa

Lídia Pujol: música y compromiso

La Seu d’Ègara ha sido, por segundo año consecutivo, el tesoro patrimonial escogido por la cantante Lídia Pujol para compartir su más reciente proyecto,"Iter Luminis", materializado este año en el espectáculo "Treballs i plaers d’amor." La complejidad de esta aventura no sólo resulta palpable a la hora de entrevistar a la artista (que habla de un sinfín de motivaciones e inspiraciones para un proceso creativo que también es personal), sino también al entrar en contacto con una actuación que va más allá del espectáculo estricto.

En primer lugar, Lídia Pujol ha querido emprender un "camino de luz" que abarca diversos ámbitos: la necesaria espiritualidad, el contacto con la mística, la reivindicación de la historia, el refugio de la poesía, la exploración de la música, el compartir con los demás, la humanización, la reivindicación de los valores y la apuesta por un todo que va desde la política al mundo empresarial.

Su espectáculo contiene elementos teatrales, danza, ecos del canto gregoriano, referencias en la música religiosa, al pop, a la música yiddisch, a la tradicional, también algo de canto coral, diseño escénico, alegría, dramatismo, profundidad, textos recitados (recordando a Santa Teresa de Jesús en su 500 aniversario), y un fuerte olor a tomillo que embriagó a todos los asistentes durante el concierto que ofreció en la iglesia de Sant Pere.

Ataviados con un vestuario cedido por una de esas empresas con las que se ha aliado Lídia Pujol porque "no disocian el bien personal del bien común", la egarense Teixidors, los miembros del Cor de Vallferosa y la propia vocalista fueron los guías de una puesta en escena variada, puesta al servicio de un repertorio que arrancó con "He mirat aquesta terra" y se cerró con "País Petit (aunque entre medio pasaron muchas cosas, incluso un cambio de espacio desde la iglesia de Sant Pere a la de Sant Miquel.)

El Cor de Vallferosa es otra de las experiencias singulares de esta iniciativa; formado por voluntarios no profesionales, atraidos por compartir este "proyecto de comunidad", su nombre de inspira en la Torre de Vallferosa. Este grupo artístico multidisciplinar (que ahora no llega a la decena de miembros) podría crecer en breve dado que para este mes se prepara un encuentro en Barcelona, de tres días, para reclutar a nuevos efectivos. "Me encanta lo que hacen", confesó Pujol a su audiencia, "me hacen volar en el escenario."

Lídia Pujol ha convertido la Torre de Vallferosa, del siglo XVIII y situada en La Segarra (en una zona limítrofe con el Solsonès), en "el símbolo de esta luz, de este camino.) Por este motivo, para el mes de agosto convoca también a su audiencia en ese lugar, en una suerte de "aplec" para compartir ese "proceso de humanización."

No obstante, sería un crimen no citar a los profesionales que acompañan a Pujol, tres músicos que con unos arreglos de inusitada belleza, y con unas interpretaciones que dieron cuenta de su sensibilidad y compromiso, enriquecen un montaje elaborado desde la intelectualidad con el objetivo de asaltar el corazón.

Ese compromiso por reclutar a personas afines al cometido que se ha impuesto Lídia Pujol, el de participar en la construcción de un mundo mejor, es el leit motif de la recta final de un espectáculo que se cierra con un piscolabis. La convocatoria en Terrassa se celebró en una sala anexa de la tercera de las iglesias, la Santa Maria, e incluyó degustación de aceite biodinámico de Peccatum7, cerveza artesana de la Fundació Casa Dalmases, vino de la Cooperativa l’Olivera, y mermeladas de Cal Senzill. Todas estas empresas "ya están funcionando por hacer un mundo más justo y solidario para todos", aseguró Pujol.

ficha técnica
Lídia Pujol (voz), Miquel Àngel Cordero (contrabajo), Guillermo Rizzoto (guitarra), Xavi Lozano (flautas, percusión, espacio sonoro y voz) y el Cor de Vallferosa.

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