El terrassense Albert Cabarrús, de 32 años, es autónomo de una de las contratas que trabaja para Telefónica y también uno del centenar de profesionales, entre trabajadores por cuenta propia y personal de plantilla de empresas subcontratadas por la citada compañía de telefonía, que ha participado en el encierro de una semana en la tienda del Mobile World Center (MWC), en Barcelona, para exigir mejoras en sus condiciones laborales y salariales. La protesta finalizó el pasado sábado, tras la mediación de la alcaldable por Barcelona en Comú, Ada Colau, y el compromiso de Telefónica de mediar en el conflicto entre el comité de huelga y la patronal del sector. En el encierro, según Cabarrús, tomaron parte una quincena de trabajadores terrassenses que también viven en su piel la “precariedad” laboral. El conflicto estalló en marzo cuando Telefónica modificó a la baja las condiciones laborales para las altas y el mantenimiento de líneas. Entonces, los sindicatos CGT, Cobas y ASD convocaron una huelga indefinida en el sector a nivel estatal, y se desmarcaron del acuerdo que CCOO y UGT alcanzaron después con la patronal y que no sirvió para desactivar el conflicto.
“El baremo de telefónica (para los diferentes trabajos) nos lo bajaron un treinta por ciento, lo que significa que estamos cobrando entre quinientos y ochocientos euros al mes. Y claro, uno tiene que comer y pagar muchos gastos, y con esos ingresos no puedes vivir”, comenta Albert Cabarrús. Antes de ese cambio de condiciones, los ingresos “oscilaban en una horquilla de entre mil y 1.500 euros”, dice este autónomo, que añade que “no queremos sueldos de ejecutivo, sino un salario digno. Actualmente, las condiciones son terribles y esclavistas, en mi caso, como autónomo, no puedes reclamar nada a la empresa”. El acuerdo, por el que se desconvocó el encierro, contempla la apertura de una mesa de negociación con las empresas subcontratistas y Telefónica, en la que se tratarán asuntos como la necesidad de limitar a 40 horas la jornada laboral de los subcontratados, que denuncian que trabajan 10 y 11 horas seis días semanales con sueldos bajos, y de garantizar dos días de descanso por semana.
Poner fin a la cadena
Además, la mesa abordará una cuestión básica para los trabajadores, como la petición de que se controlen los niveles de subcontratas. El decano del Colegio de Abogados de Barcelona mediará en las negociaciones, mientras que el acuerdo incluye el compromiso de Telefónica de retirar la denuncia interpuesta por la ocupación del edificio. “Queremos -dice Albert Cabarrús- que un técnico independiente calcule el volumen de trabajo que se puede hacer diariamente y que fije unos baremos que sean dignos”. De momento, se ha puesto punto y final al encierro pero no a la huelga, que prosigue. Los siete días que los trabajadores pasaron en la tienda del MWC fueron duros, aunque las múltiples muestras de apoyo y solidaridad los hicieron más llevaderos. “La gente se ha volcado con nosotros y no nos faltó de nada. Ha sido emocionante la solidaridad que han mostrado los movimientos sociales y muchas personas, que vinieron realmente a sumar: nos traían café, fruta y comida. También colchones para que durmiéramos mejor”.
Organización
Cada noche pernoctaron en la tienda del MWC alrededor de cien personas, aunque durante el día los concentrados eran muchos más. “Nos organizamos en comisiones para que todo funcionara bien y no hubiera problemas. Había turnos de vigilancia en la puerta y también una comisión para la comida”. Y se “mató” el tiempo de la mejor manera posible. “Hemos visto documentales, ha venido gente a hacer espectáculos de magia e incluso conciertos, hemos jugado al ajedrez…”, indica Cabarrús.
Un eje para sostener la protesta es la caja de resistencia que tiene como objetivo que los trabajadores en huelga puedan subsistir mientras no acaba el conflicto. En el exterior del MWC, se instaló una tienda, en la que se vendieron chapas y camisetas para nutrir esa caja, y también para explicar el conflicto a los ciudadanos. “Estamos muy agradecidos a los movimientos que nos dejaron asistir a sus actos para vender nuestro material y así obtener algún ingreso. Por ejemplo, es el caso de Barcelona en Comú y Terrassa en Comú”. Este joven espera que su situación laboral mejore. “Con estos ingresos tan bajos no puedo pensar en casarme ni en tener hijos”, concluye.