Hay cosas peores que ser invisible”, decía el escritor Patrick Ness en su novela “Un monstruo viene a verme”. Ese pensamiento de alivio es a lo poco que se puede agarrar Terrassa tras comprobar, pese a los esfuerzos, que sigue siendo casi invisible en el conjunto de Catalunya, ya no digamos de España. Sin embargo, esta reivindicación (con innegables toques de un cierto provincianismo) no es nueva. Teniendo en cuenta que Terrassa es la tercera ciudad más poblada de Catalunya junto a Badalona, históricamente los egarenses se han sentido injustamente ignorados.
Por ese motivo, desde el Ayuntamiento y las entidades siempre se ha buscado tener más visibilidad en todos los ámbitos de la sociedad catalana. Recordemos por ejemplo la lucha por la cocapitalidad del Vallès Occidental y, posteriormente, la reivindicación de la comarca propia. Otra lucha peregrina fue que el nombre de la ciudad apareciese en los carteles de las autopistas. Cuando se consiguió, fue celebrado como todo un éxito en la ciudad. Tampoco conviene olvidar las famosas cenas que llevaban a cabo anualmente los alcaldes Manuel Royes y Pere Navarro con el llamado “lobby de periodistas egarenses” en Barcelona. El objetivo de estos convites era potenciar la presencia de Terrassa en los medios de comunicación. Hubo incluso intentos de seducción a periodistas como Joan Barril (que acabó escribiendo un libro sobre la ciudad) y Carles Francino (que se negó a ser fotografiado con el alcalde por aquello del “qué dirán”). Pero, ¿cuál ha sido el resultado? Escaso.
Mal que pese a algunos, Terrassa es noticia de vez en cuando en la sección de sucesos y poco más. Y aún así, en los medios españoles ha sido imposible inculcar el nombre oficial de la ciudad, apareciendo en casi todos como “Tarrasa”, mientras que nadie escribe ya “Gerona” para referirse a Girona. Tampoco los eventos de nuestra ciudad traspasan escasamente el límite de nuestras fronteras. Muy poco en el caso de la Fira Modernista, un poquito más con el Festival de Jazz. Lo que sí atrae la atención de todos los medios son las detenciones de presuntos yihadistas o la terrible desgracia de turno. Provincianismo aparte, esa es la imagen de Terrassa.
El último ejemplo ilustrativo de este hecho es la cobertura de las elecciones del pasado domingo por parte de los medios de comunicación nacionales y la poca o nula presencia de nuestra ciudad en las crónicas informativas.
A modo de ejemplo, en el programa especial de la noche electoral de TV3 la “invisibilidad” de Terrassa fue cuanto menos chocante. Tras iniciarse el escrutinio, se comenzó por el “sorpasso” de Ada Colau en Barcelona, seguido de la información de Tarragona, Lleida y Girona. Hasta aquí todo normal, pues repasaban los resultados en las capitales de provincia. Todo hacía pensar que el siguiente paso sería abordar las ciudades más pobladas de Catalunya. Y sí, así fue. Los presentadores y tertulianos se detuvieron durante minutos en el escrutinio de Badalona, donde se confirmaba la nueva victoria del Partit Popular y su polémico líder, Xavier García Albiol. A continuación era el turno de L’Hospitalet de Llobregat, donde la victoria de Núria Marín, del PSC, era aplastante. ¿Era el turno de Terrassa? No. TV3 volvía a Barcelona con la visita a todas las sedes y repasaban de nuevo los resultados en Tarragona, Lleida y Girona.
A continuación, se volvía a Barcelona y otra vez a L’Hospitalet, y Badalona, que fueron seguidos de los resultados en Cornellà, Santa Coloma y una inacabable lista de municipios. Los espectadores tenían claro que en el Ayuntamiento de Amposta habría cambio de alcalde, pero hasta el momento ni una palabra de Terrassa, que, recordemos, celebraba las municipales más impredecibles desde la victoria de Royes en 1979. Pasaba la media de hora desde que se había iniciado el escrutinio y en TV3 se seguía informando sobre Barcelona, la capitales de provincia e, incluso, el resultado de la municipales de toda España.
Terrassa, situada en el limbo entre la segunda corona y la Catalunya interior, tuvo que esperar al minuto 46 del programa especial para saber que el PSC se había impuesto, que Terrassa en Comú se había convertido en la segunda fuerza y que CiU y PP se habían hundido. De Terrassa se pasó a Berga y sus 16.000 habitantes.
Al día siguiente, poco cambió la situación. Evidentemente el triunfo de Colau copaba las portadas y municipios como L’Hospitalet, Sant Coloma, Vic o Mataró parecían tener más importancia que Terrassa. En El Periódico y Ara sólo aparecieron los resultados mientras que en La Vanguardia le dedicaron un breve. Lo mismo sucedía en internet. Ninguna de las principales cabeceras destacaba el resultado del tercer municipio más poblado de Catalunya. Sólo alguna noticia pasajera informaba de que el candidato del PP, Gabriel Turmo, había puesto su cargo a disposición del partido y que el sucesor de Rull se había descalabrado en los comicios.
La invisibilidad de Terrassa quedó, de nuevo, en evidencia el pasado domingo. Sólo queda consolarse con la frase de Patrick Ness (“Hay cosas peores que ser invisible”) que escribió en la novela “Un monstruo viene a verme”, cuya adaptación cinematográfica, por cierto, se ha rodado en Terrassa bajo la dirección de un director, J.A. Bayona, también formado en nuestra ciudad.